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.NUEVO TEXTO SOBRE URIBE URIBE
POR ARMANDO BARONA MESA
La
Universidad Libre del Valle del Cauca, bajo iniciativa del querido amigo Frisco
González, compilador, y el impulso intelectual del rector Libardo Orejuela
Díaz, quien hace el prólogo, ha editado en bello ejemplar en el que se recoge
una antología de los mejores escritos del mayor intelectual de Colombia de
finales del siglo XIX y comienzos del XX, Rafael Uribe Uribe.
Muerto
por hachuelas que los autores del magnicidio habían adherido al brazo para que
no se desprendieran. Eran dos humildes obreros sin trabajo, animados bajo las
horas afiebradas de la madrugada y la mañana siguiente, cargados de odio y del
zumo devastador de la chicha de uno de los tétricos lugares que existían para
su consumo en el barrio Egipto, ebrios, sonámbulos, cargados de un rencor sin
fondo como su copa amarga, Leovigildo Galarza y Jesús Carvajal descargaron por
turnos sus hachuelas vulgares sobre la elevada y blanca testa del prócer. Era
el medio día del 14 de octubre de 1914, sobre la carrera séptima de Bogotá, en
el alero oriental del Capitolio Nacional. Uribe murió al otro día en su cama
distante dos cuadras de este lugar, cerca de donde desde hace muchos años funciona
la Universidad Libre de Colombia.
Este
nuevo homenaje que se le rinde a Uribe Uribe no es más que el deber de los
colombianos de no dejar que la pátina del olvido borre lo que no pudieron las
hachuelas ignaras de los asesinos. Se palpan en sus escritos la pródiga
inteligencia y patriotismo, su agudo intelecto y sus conocimientos vastos sobre
todas las disciplinas humanas, matizado todo dentro de un sentido socialista
del Estado. A esto se agrega todo el conjunto de su parábola vital y el humanismo
de que dio muestras en la guerra, su sentido intenso del trabajo y el avizoramiento
de los grandes cambios sociales que era necesario encausar hacia instituciones
en las que nadie pensaba, como la seguridad social y la educación. Era un visionario, tal vez el mayor que
hayamos tenido.
Jorge Mario Eastman hizo editar cuando
fue presidente de la Cámara de Representantes, con el título de Obras Selectas,
muchos libros valiosos del pensamiento colombiano, entre ellos dos tomos de
Uribe. Los he leído con devoción. Estman habla del momento en que, bajo los
beneficios de la paz, el presidente Rafael Reyes lo nombra embajador en varios
países suramericanos donde desarrolla una muy valiosa misión y anota: "De
aquel periodo -del que es apenas uno de sus aspectos la participación suya en
la Conferencia del Río- data la copiosa producción de artículos, conferencias,
cartas y monografías sobre temas latinoamericanos, reunidos con el título
general de "Por la América del Sur", obra de forzosa consulta para
los actuales investigadores. Resultan ahí sorprendentes la intensidad y la
variedad de sus intereses intelectuales. Siempre con conocimiento de causa y
con visión panorámica, escribe sobre los asuntos agrícolas e industriales,
sobre límites, sobre comunicaciones, sobre temas militares, educacionales,
antropológicos, históricos, jurídicos, etc". Sí, fue pródiga esa época en la capacidad de
estudio de Uribe, clasifica hasta pastos que trae al país para mejorar la
producción ganadera.
Uribe
fue un romántico soñador, valiente, enamorado solamente de su esposa Sixta Tulia
Gaviria Sañudo, Tulita, a quien adoró y nunca le fue infiel. Corre un libro, Cartas de amor en tiempos de guerra, del
que también ha sido colaborador el querido Frisco, que contiene su correspondencia íntima con
ella, sus hijas y hermanos. Lo primero que se advierte es aun bajo el imperio
de ese gran amor, casi siempre estaban distanciados porque en él predominaba con
mayor fuerza su amor al trabajo. La mayoría de esas cartas las escribe desde
fincas a las que él entró desde muy joven, como su padre y hermanos, a
desbrozar montaña y a sembrar café. Muchas de esas fincas estaban situadas en
Tuluá y los alrededores. Y el libro deja clara una convicción sobre su pobreza,
su altruísmo y el modo de ver la vida y apreciar la felicidad aun con las cosas
más sutiles y humildes. Veamos apartes de una carta escrita en plena guerra en
Barranquilla el 10 diciembre de 1902, dirigida a su hijita Luisa que despierta
a vida:
"Mi
bien querida Luisita:
"La
última cartica suya que tengo es del 15 de Octubre cuando todavía no se había
firmado la paz. No conozco, pues sus
impresiones de alegría al saber mi próximo regreso... ¡Yo bien sé la edad de usted:
creerá, sin embargo, que me sorprendió leer que ya va a cumplir dieciséis años! ¿De manera que tengo una hija tan
crecida? Trabajo va a costarme adquirir el hábito de ver en mi casa dos
señoritas de traje largo, muy serias y formales, cuando lo que dejé yo fueron
dos cachifas de falda a media perna,
brinconas y traviesas. Pero, por supuesto que voy a estar orgullosísimo con mi
par de hijas ya tan mujeres y buenas mozas, según pública voz y fama! Deploro
infinitamente no poder estar con usted el día de su cumpleaños. Pobre como
estoy, apenas puedo enviarle para su cuelga el frasquito de perfume que le
lleva el General Vélez. Para Adelaidita
va una pastilla de jabón. "Sea feliz, mi hijita. De todo corazón la
bendiga. Su papacito, Rafael Uribe Uribe"
Hay
otra carta muy honrosa a sus hermanos que dice:
Barranquilla, diciembre de 1902
Heraclio, Julián y Tomás Uribe Uribe
"Mis
muy queridos hermanos:
"Diversas
veces durante la guerra les he escrito, pero nunca tuve de ustedes la menor
respuesta. Sin embargo, algunas noticias me han llegado sobre sus prisiones y
padecimientos, que ustedes saben cómo habré lamentado.
Aunque
ustedes me conocen bien y tienen la
seguridad de que un hombre de nuestra
raza y educación, y que recibió de sus padres los ejemplos de virtud que
nosotros recibimos, es incapaz de ninguna acción indigna, puede que de tanto no
escuchar sino las detracciones de la prensa oficial, hayan llegado a dudar de
si, con el ardor de la lucha, habría yo perdido los estribos y dejándome
arrastrar por la pasión o extremos censurables; o si en horas de desaliento, habré
incurrido en debilidades que menoscaben mi honor, el de la patria o el del partido. Está ya
impreso en un libro sobre todos mis actos en la guerra, ya se lo haré llegar en
ocasión propicia. Por hoy van tres folletos dos de los cuales les he remitido por varias vías, y el último, que
acaba de salir. Ojala merezcan la aprobación de ustedes y de los demás Uribes
del Cauca. (...)"
Ese
era el general Rafael Uribe Uribe, no solo símbolo del Partido Liberal, sino de
las esperanzas de un pueblo que aun no ha llegado a las metas que en su
ideología él soñó como un profeta de la paz, que tampoco ha llegado.
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23 de noviembre de 2015
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