miércoles, 2 de diciembre de 2015

NUEVO TEXTO SOBRE URIBE URIBE. POR ARMANDO BARONA MESA

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NUEVO TEXTO SOBRE URIBE URIBE

POR ARMANDO BARONA MESA


         La Universidad Libre del Valle del Cauca, bajo iniciativa del querido amigo Frisco González, compilador, y el impulso intelectual del rector Libardo Orejuela Díaz, quien hace el prólogo, ha editado en bello ejemplar en el que se recoge una antología de los mejores escritos del mayor intelectual de Colombia de finales del siglo XIX y comienzos del XX, Rafael Uribe Uribe.

         Muerto por hachuelas que los autores del magnicidio habían adherido al brazo para que no se desprendieran. Eran dos humildes obreros sin trabajo, animados bajo las horas afiebradas de la madrugada y la mañana siguiente, cargados de odio y del zumo devastador de la chicha de uno de los tétricos lugares que existían para su consumo en el barrio Egipto, ebrios, sonámbulos, cargados de un rencor sin fondo como su copa amarga, Leovigildo Galarza y Jesús Carvajal descargaron por turnos sus hachuelas vulgares sobre la elevada y blanca testa del prócer. Era el medio día del 14 de octubre de 1914, sobre la carrera séptima de Bogotá, en el alero oriental del Capitolio Nacional. Uribe murió al otro día en su cama distante dos cuadras de este lugar, cerca de donde desde hace muchos años funciona la Universidad Libre de Colombia.
        
         Este nuevo homenaje que se le rinde a Uribe Uribe no es más que el deber de los colombianos de no dejar que la pátina del olvido borre lo que no pudieron las hachuelas ignaras de los asesinos. Se palpan en sus escritos la pródiga inteligencia y patriotismo, su agudo intelecto y sus conocimientos vastos sobre todas las disciplinas humanas, matizado todo dentro de un sentido socialista del Estado. A esto se agrega todo el conjunto de su parábola vital y el humanismo de que dio muestras en la guerra, su sentido intenso del trabajo y el avizoramiento de los grandes cambios sociales que era necesario encausar hacia instituciones en las que nadie pensaba, como la seguridad social y la educación.  Era un visionario, tal vez el mayor que hayamos tenido.

         Jorge Mario Eastman hizo editar cuando fue presidente de la Cámara de Representantes, con el título de Obras Selectas, muchos libros valiosos del pensamiento colombiano, entre ellos dos tomos de Uribe. Los he leído con devoción. Estman habla del momento en que, bajo los beneficios de la paz, el presidente Rafael Reyes lo nombra embajador en varios países suramericanos donde desarrolla una muy valiosa misión y anota: "De aquel periodo -del que es apenas uno de sus aspectos la participación suya en la Conferencia del Río- data la copiosa producción de artículos, conferencias, cartas y monografías sobre temas latinoamericanos, reunidos con el título general de "Por la América del Sur", obra de forzosa consulta para los actuales investigadores. Resultan ahí sorprendentes la intensidad y la variedad de sus intereses intelectuales. Siempre con conocimiento de causa y con visión panorámica, escribe sobre los asuntos agrícolas e industriales, sobre límites, sobre comunicaciones, sobre temas militares, educacionales, antropológicos, históricos, jurídicos, etc".  Sí, fue pródiga esa época en la capacidad de estudio de Uribe, clasifica hasta pastos que trae al país para mejorar la producción ganadera.

         Uribe fue un romántico soñador, valiente, enamorado solamente de su esposa Sixta Tulia Gaviria Sañudo, Tulita, a quien adoró y nunca le fue infiel. Corre un libro, Cartas de amor en tiempos de guerra, del que también ha sido colaborador el querido Frisco,  que contiene su correspondencia íntima con ella, sus hijas y hermanos. Lo primero que se advierte es aun bajo el imperio de ese gran amor, casi siempre estaban distanciados porque en él predominaba con mayor fuerza su amor al trabajo. La mayoría de esas cartas las escribe desde fincas a las que él entró desde muy joven, como su padre y hermanos, a desbrozar montaña y a sembrar café. Muchas de esas fincas estaban situadas en Tuluá y los alrededores. Y el libro deja clara una convicción sobre su pobreza, su altruísmo y el modo de ver la vida y apreciar la felicidad aun con las cosas más sutiles y humildes. Veamos apartes de una carta escrita en plena guerra en Barranquilla el 10 diciembre de 1902, dirigida a su hijita Luisa que despierta a vida:
 
         "Mi bien querida Luisita:

         "La última cartica suya que tengo es del 15 de Octubre cuando todavía no se había firmado la paz. No conozco, pues  sus impresiones de alegría al saber mi próximo regreso... ¡Yo bien sé la edad de usted: creerá, sin embargo, que me sorprendió leer que ya va a cumplir dieciséis  años! ¿De manera que tengo una hija tan crecida? Trabajo va a costarme adquirir el hábito de ver en mi casa dos señoritas de traje largo, muy serias y formales, cuando lo que dejé yo fueron dos  cachifas de falda a media perna, brinconas y traviesas. Pero, por supuesto que voy a estar orgullosísimo con mi par de hijas ya tan mujeres y buenas mozas, según pública voz y fama! Deploro infinitamente no poder estar con usted el día de su cumpleaños. Pobre como estoy, apenas puedo enviarle para su cuelga el frasquito de perfume que le lleva el General Vélez. Para Adelaidita  va una pastilla de jabón. "Sea feliz, mi hijita. De todo corazón la bendiga. Su papacito, Rafael Uribe Uribe"

         Hay otra carta muy honrosa a sus hermanos que dice:

Barranquilla, diciembre de 1902
Heraclio, Julián y Tomás Uribe Uribe

         "Mis muy queridos hermanos:

         "Diversas veces durante la guerra les he escrito, pero nunca tuve de ustedes la menor respuesta. Sin embargo, algunas noticias me han llegado sobre sus prisiones y padecimientos, que ustedes saben cómo habré lamentado.

         Aunque ustedes  me conocen bien y tienen la seguridad de  que un hombre de nuestra raza y educación, y que recibió de sus padres los ejemplos de virtud que nosotros recibimos, es incapaz de ninguna acción indigna, puede que de tanto no escuchar sino las detracciones de la prensa oficial, hayan llegado a dudar de si, con el ardor de la lucha, habría yo perdido los estribos y dejándome arrastrar por la pasión o extremos censurables; o si en horas de desaliento, habré incurrido en debilidades que menoscaben mi honor, el  de la patria o el del partido. Está ya impreso en un libro sobre todos mis actos en la guerra, ya se lo haré llegar en ocasión propicia. Por hoy van tres folletos dos de los cuales les he  remitido por varias vías, y el último, que acaba de salir. Ojala merezcan la aprobación de ustedes y de los demás Uribes del Cauca. (...)"


         Ese era el general Rafael Uribe Uribe, no solo símbolo del Partido Liberal, sino de las esperanzas de un pueblo que aun no ha llegado a las metas que en su ideología él soñó como un profeta de la paz, que tampoco ha llegado.

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