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Continuación de:
RAFAEL URIBE URIBE -RUU- (1859 - 1914). Debate. Continuación III.
http://rafael-uribe-uribe-tw.blogspot.com/2009_11_12_archive.html
http://rafael-uribe-uribe-tw.blogspot.com/2009_11_12_archive.html
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RAFAEL URIBE URIBE -RUU- (1859 - 1914).
Debate. Continuación, IV. Noviembre 14, 2009
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" ... el centrado y competente es el Uribe de hoy ..."
GRAFFITI, anti-geraldmartiniano, en la "Calle de la Revolución" en Macondo ....
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RE: 2a Respuesta de Maria Eugenia Dominguez
De: Carlos Vidales ( carlos@bredband.net )
Enviado: viernes, 13 de noviembre de 2009, 04:39:02 p.m.
Para: 'Maria Eugenia Dominguez' ( mariaeugenia.dominguez@gmail.com )
CC: 'Gabriel Ruiz' (gaboruizar@hotmail.com); 'Bernardo begow' (begow@une.net.co); begow@epm.net.co; 'Maruja Vieira' (vieiramaruja@gmail.com)
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Estimada María Eugenia,
Muchísimas gracias por su respuesta. Le acepto gustoso que estrechemos las manos, pero mucho me temo que tengamos ideas un tanto diferentes acerca de eso de no permitir que se denigre a nuestros héroes. Nuestros héroes se defienden solos, creo yo. En cambio, me interesa leer con mucho interés todo lo que se dice sobre ellos (a favor y en contra) en cualquier parte del mundo. Como creo en los principios del humanismo, le otorgo a cualquier “extranjero” el derecho de opinar como se le antoje sobre lo que se le antoje, aunque no comparta su opinión o la considere errónea. Llevo ya más de medio siglo de exilios superpuestos (en parte, por haberme metido a hacer la guerra siguiendo una apasionada vocación por la justicia social) y creo que todos los seres humanos nacemos solamente humanos, sin fronteras. Esas vienen después, y casi siempre para negar los derechos del “extraño”.
Los adjetivos no son buenos cuando vienen solos. Podemos, por ejemplo, estar de acuerdo en que Bernadotte era “interesado”, pero luego debemos reconocer que ese interés suyo por hacer negocios redundó en beneficios para el Ejército Bolivariano, pues gracias a los manejos de Bernadotte pudieron los patriotas comprar armas y pertrechos para la independencia. La invito a leer mi trabajo de investigación sobre el tema, en mi revista electrónica “La Rana Dorada”, en el siguiente enlace: http://hem.bredband.net/rivvid/historia/sbtotal4.htm
Y que conste que a mí Bernadotte no me gusta, sencillamente porque los reyes no me gustan. Soy republicano. Y el Mariscal Ney tampoco me gusta porque renunció a la lealtad a la República para ser leal al Imperio y a un Emperador. Pero algún lado bueno debió tener, sin duda.
En lo que respecta a Washington, hay que decir que comenzó su carrera militar a la edad de 20 años y que participó en la larga guerra de 1754-63 contra los franceses, de manera que cuando se inició la independencia de los Estados Unidos, en 1776, ya era un oficial de carrera con gran experiencia. Lo interesante del caso es que los historiadores de hoy (norteamericanos, europeos y latinoamericanos, la nacionalidad no importa) cuestionan hoy seriamente su carácter y su honradez como persona, con documentos en la mano. Y nadie se pone furioso, porque la investigación histórica no se debe convertir en pelea de gallos. Hay defensores y detractores de Washington, pero todos los investigadores serios están de acuerdo que el asunto se resuelve por medio de la investigación, no mediante el recurso de “no tolerar” que se “denigre” a este señor. Por otra parte, sus errores y aciertos militares están ampliamente estudiados y documentados.
Tengo a la mano el excelente libro de Jorge Villegas y José Yunis, “La Guerra de los Mil Días” (Carlos Valencia Editores, Bogotá, 1979), probablemente la obra mejor documentada sobre el tema. Los autores son terriblemente duros con Rafael Uribe Uribe y no vacilan en decir sin rodeos que Uribe Uribe era un “pésimo conductor militar” (página 56). No comparto ese criterio, que me parece exageradísimo, pero no me permito el lujo de indignarme por ello y mucho menos caigo en la descalificación de todo el libro.
Verá usted, yo soy marxista. Carlos Marx dice que hay que someter todo, absolutamente todo, a crítica. Por eso, entre otras cosas, me parece que el escrito de Marx sobre Bolívar es malísimo, plagado de errores (de hecho, es denigrante contra Bolívar) sin que eso implique que yo descalifico a Marx como uno de los grandes genios que la humanidad ha producido. En un cuaderno de notas, Marx respondió un cuestionario escolar de su hija Jenny, a la pregunta de cuál era el héroe que más admiraba. Su respuesta fue: Espartaco. No obstante esto, Marx escribió notas críticas sobre los terribles y fatales errores políticos y militares de Espartaco. Eso es lo que yo llamo integridad y honradez intelectual. Como la historia verdadera no se escribe para culpar a nadie ni para justificar a nadie, no tiene sentido decir: “Cometió errores pero hay que tener en cuenta que en su época no se había avanzado lo suficiente en la ciencia política ni en el oficio militar, así que está justificado”. No, lo correcto es decir: “Cometió tales y cuales errores y hay que aprender de eso porque la historia nos va a volver a colocar en el trance revolucionario, y no debemos cometer los mismos errores ya cometidos por otros”.
Usted sigue creyendo que el adjetivo “incompetente” es degradante y agraviante. Puede serlo (dependiendo del contexto), pero solamente en la tercera acepción del término. Recuerde que el señor Martin es británico y piensa en inglés. El diccionario Webster dice:
Main Entry: in·com·pe·tent
Pronunciation: \(ˌ)in-ˈkäm-pə-tənt\
Function: adjective
Etymology: Middle French incompétent, from in- + compétent competent
Date: 1595
1 : not legally qualified
Muchísimas gracias por su respuesta. Le acepto gustoso que estrechemos las manos, pero mucho me temo que tengamos ideas un tanto diferentes acerca de eso de no permitir que se denigre a nuestros héroes. Nuestros héroes se defienden solos, creo yo. En cambio, me interesa leer con mucho interés todo lo que se dice sobre ellos (a favor y en contra) en cualquier parte del mundo. Como creo en los principios del humanismo, le otorgo a cualquier “extranjero” el derecho de opinar como se le antoje sobre lo que se le antoje, aunque no comparta su opinión o la considere errónea. Llevo ya más de medio siglo de exilios superpuestos (en parte, por haberme metido a hacer la guerra siguiendo una apasionada vocación por la justicia social) y creo que todos los seres humanos nacemos solamente humanos, sin fronteras. Esas vienen después, y casi siempre para negar los derechos del “extraño”.
Los adjetivos no son buenos cuando vienen solos. Podemos, por ejemplo, estar de acuerdo en que Bernadotte era “interesado”, pero luego debemos reconocer que ese interés suyo por hacer negocios redundó en beneficios para el Ejército Bolivariano, pues gracias a los manejos de Bernadotte pudieron los patriotas comprar armas y pertrechos para la independencia. La invito a leer mi trabajo de investigación sobre el tema, en mi revista electrónica “La Rana Dorada”, en el siguiente enlace: http://hem.bredband.net/rivvid/historia/sbtotal4.htm
Y que conste que a mí Bernadotte no me gusta, sencillamente porque los reyes no me gustan. Soy republicano. Y el Mariscal Ney tampoco me gusta porque renunció a la lealtad a la República para ser leal al Imperio y a un Emperador. Pero algún lado bueno debió tener, sin duda.
En lo que respecta a Washington, hay que decir que comenzó su carrera militar a la edad de 20 años y que participó en la larga guerra de 1754-63 contra los franceses, de manera que cuando se inició la independencia de los Estados Unidos, en 1776, ya era un oficial de carrera con gran experiencia. Lo interesante del caso es que los historiadores de hoy (norteamericanos, europeos y latinoamericanos, la nacionalidad no importa) cuestionan hoy seriamente su carácter y su honradez como persona, con documentos en la mano. Y nadie se pone furioso, porque la investigación histórica no se debe convertir en pelea de gallos. Hay defensores y detractores de Washington, pero todos los investigadores serios están de acuerdo que el asunto se resuelve por medio de la investigación, no mediante el recurso de “no tolerar” que se “denigre” a este señor. Por otra parte, sus errores y aciertos militares están ampliamente estudiados y documentados.
Tengo a la mano el excelente libro de Jorge Villegas y José Yunis, “La Guerra de los Mil Días” (Carlos Valencia Editores, Bogotá, 1979), probablemente la obra mejor documentada sobre el tema. Los autores son terriblemente duros con Rafael Uribe Uribe y no vacilan en decir sin rodeos que Uribe Uribe era un “pésimo conductor militar” (página 56). No comparto ese criterio, que me parece exageradísimo, pero no me permito el lujo de indignarme por ello y mucho menos caigo en la descalificación de todo el libro.
Verá usted, yo soy marxista. Carlos Marx dice que hay que someter todo, absolutamente todo, a crítica. Por eso, entre otras cosas, me parece que el escrito de Marx sobre Bolívar es malísimo, plagado de errores (de hecho, es denigrante contra Bolívar) sin que eso implique que yo descalifico a Marx como uno de los grandes genios que la humanidad ha producido. En un cuaderno de notas, Marx respondió un cuestionario escolar de su hija Jenny, a la pregunta de cuál era el héroe que más admiraba. Su respuesta fue: Espartaco. No obstante esto, Marx escribió notas críticas sobre los terribles y fatales errores políticos y militares de Espartaco. Eso es lo que yo llamo integridad y honradez intelectual. Como la historia verdadera no se escribe para culpar a nadie ni para justificar a nadie, no tiene sentido decir: “Cometió errores pero hay que tener en cuenta que en su época no se había avanzado lo suficiente en la ciencia política ni en el oficio militar, así que está justificado”. No, lo correcto es decir: “Cometió tales y cuales errores y hay que aprender de eso porque la historia nos va a volver a colocar en el trance revolucionario, y no debemos cometer los mismos errores ya cometidos por otros”.
Usted sigue creyendo que el adjetivo “incompetente” es degradante y agraviante. Puede serlo (dependiendo del contexto), pero solamente en la tercera acepción del término. Recuerde que el señor Martin es británico y piensa en inglés. El diccionario Webster dice:
Main Entry: in·com·pe·tent
Pronunciation: \(ˌ)in-ˈkäm-pə-tənt\
Function: adjective
Etymology: Middle French incompétent, from in- + compétent competent
Date: 1595
1 : not legally qualified
2 : inadequate to or unsuitable for a particular purpose
3 a : lacking the qualities needed for effective action b : unable to function properly
— incompetent noun
— in·com·pe·tent·ly adverb
— incompetent noun
— in·com·pe·tent·ly adverb
Fíjese usted que la PRIMERA acepción, en inglés, es “no cualificado legalmente”.
A la vista de todo lo que digo, y de muchas otras cosas que sería largo y engorroso traer a cuento, me reafirmo en la idea de que las reacciones de mis compatriotas contra UNA PALABRA en un libro de NOVECIENTAS PAGINAS son más que exageradas: histéricas. Y no me refiero a su indignación contra mí, estimada María Eugenia. Me refiero a los ríos de tinta que han corrido para descalificar a un señor inglés que cometió la ligereza de usar UNA palabra que causa roncha en un libro de NOVECIENTAS PAGINAS que nadie ha leído. ¿No le parece grotesco? A mí sí.
Reciba nuevamente mi saludo más cordial.
Carlos Vidales
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2a Respuesta de Maria Eugenia Dominguez
From: Maria Eugenia Dominguez [ mariaeugenia.dominguez@gmail.com ]
Sent: den 13 november 2009 20:41
To: Carlos Vidales
Cc: Gabriel Ruiz; Bernardo begow, begow@epm.net.co; Maruja Vieira
Subject: Re: 2a Respuesta de Maria Eugenia Dominguez
Estimado Profesor Carlos Vidales:
Agradezco su pronta respuesta, maravillosamente bien sustentada, lúcida y coherente. La mía, en cambio, desbocada por la indignación quedó corta. Hasta donde yo sé, de los compatriotas con reacciones exageradas –e histéricas (¿?)- solamente hay una, yo. Discrepo de la histeria, aún no llego a eso. Imagino que por exagerada Usted quiere decir que no se esperaba ésa reacción ya que nadie más lo hizo, verdad? Si, en Colombia se nos ha olvidado reaccionar…Nos da miedo comprometernos, protestar por las injusticias y ejercer nuestros derechos. La vida aquí tiene poco valor, se la quita a uno cualquiera en cualquier momento. Efectivamente, concurro con Usted, Profesor, en Colombia todo se vuelve agresión.
Estimado Profesor Carlos Vidales:
Agradezco su pronta respuesta, maravillosamente bien sustentada, lúcida y coherente. La mía, en cambio, desbocada por la indignación quedó corta. Hasta donde yo sé, de los compatriotas con reacciones exageradas –e histéricas (¿?)- solamente hay una, yo. Discrepo de la histeria, aún no llego a eso. Imagino que por exagerada Usted quiere decir que no se esperaba ésa reacción ya que nadie más lo hizo, verdad? Si, en Colombia se nos ha olvidado reaccionar…Nos da miedo comprometernos, protestar por las injusticias y ejercer nuestros derechos. La vida aquí tiene poco valor, se la quita a uno cualquiera en cualquier momento. Efectivamente, concurro con Usted, Profesor, en Colombia todo se vuelve agresión.
Digo que la mía quedó corta porque a diferencia de Usted que desmenuzó en forma organizada el artículo del General Álvaro Valencia Tovar, yo simplemente hice una apreciación general. Tampoco precisé que al lanzarse nuestro adjetivo, objeto de la discusión –incompetente- éste toma una connotación degradante que es para todos, en todas las latitudes, obvio. No es lo mismo cuando uno de autodefine incompetente o sin competencia.
Imperdonable mi confusión de personajes! Pido mil excusas a los Suecos. Es inconcebible que pueda yo confundir al interesado Bernadotte con el generoso, arrojado y fiel Ney? Cosas de una mente recalentada.
Afirma Usted que es “algo incompetente en asuntos militares” y yo también lo soy. No obstante, nos permitimos hacer apreciaciones sobre las falencias nuestros militares, pero ninguna sobre las de los militares extranjeros: que tal que se nos ocurriera decir que George Washington era un incompetente? Ese sí que no tuvo ninguna formación militar y ascendió en dos años a Teniente Coronel. Al menos Rafael Uribe Uribe tenía nociones de “táctica de infantería que nos había enseñado el Coronel Manuel Francisco Fernández, Comandante del batallón 2º de Buga” (Capítulo V p.142 Memorias Julián Uribe Uribe) y había hecho ejercicios de orden cerrado en el colegio de Medellín. Ascendió a General luego de haber participado en tres guerras y de graduarse en Derecho. George Washington era un empírico.
Sigo afirmando que me encantó lo escrito por el General Valencia Tovar. Critica, si, el desempeño del General y reconoce sus aciertos en forma lógica, pausada e ilustrada. “Un ejército sin escuelas militares, aquejado del morbo político que envenenaba el alma nacional, desprovisto de las disciplinas continuadas de la profesión castrense, no podía formar su oficialidad en los moldes académicos de la verdadera milicia”. Entonces?
Antes de las “chispas luminosas”, encontramos: “Obviamente, hay que comenzar por un encuadramiento del hombre en el tiempo y en las circunstancias. El tipo de guerra, anticuado y elemental, que se hizo en el siglo XIX en Colombia, fue tropical y sangriento, carente de finura estratégica y de estructura conceptual.”
Como Usted, puedo seguir citando apartes pero el artículo sigue siendo una magnífica pieza literaria, divinamente escrito donde nunca se tacha de incompetente a Rafael Uribe Uribe.
Todas sus frases las leí atentamente, lo que me indigna es que no haya protestado lo del irresponsable “adjetivo a vuelapluma”, mas aún, cuando sus abuelos paternos lucharon hombro a hombro con mi bisabuelo. El pensamiento de Rafael Uribe Uribe es muy cercano al de su padre, Luis Vidales, hombre extremadamente valioso, comprometido: debe ser por ése lado que le viene la vena literaria.
Permitamos que el General Valencia Tovar tenga paz. Le ofrezco mil disculpas por mi exaltado ataque y le propongo a Usted que cerremos las manos cordialmente y busquemos la forma de trabajar juntos para que no se denigre de nuestro país o de nuestros héroes en ninguna parte del mundo.
Maria Eugenia Dominguez M
Respuesta a María Eugenia Domínguez
De: Carlos Vidales (carlos@bredband.net)
Enviado: Estocolmo, viernes, 13 de noviembre de 2009 10:25:24 a.m.
Para: Maria Eugenia Dominguez , mariaeugenia.dominguez@gmail.com
Estimada María Eugenia Domínguez:
Lamento muchísimo que su indignación no le haya permitido leer detenidamente esta frase mía: “Nada de eso [las limitaciones militares de RUU], creo, afecta en un ápice la grandeza política y la significación histórica de Uribe Uribe, cuyos escritos sobre el socialismo y sobre muchos otros temas de la cultura y de la política todavía tienen mucho que enseñarnos”. Tal vez debería haber agregado que mis abuelos paternos, Roberto y Rosaura, combatieron con las armas en la mano bajo las órdenes de Rafael Uribe Uribe, y que desde mi primera infancia aprendí de mi padre, Luis Vidales, la ardiente admiración que siempre he sentido hacia este hombre extraordinario –su tío bisabuelo–, forjador de generaciones y mártir de la paz. Podría también haber añadido que tengo en mi apartamento de Estocolmo, como una reliquia, un facsímil del primer número de El Espectador (“Periódico político, literario, noticioso e industrial”, Medellín, martes 22 de marzo de 1887), cuya primera página está ocupada por dos avisos del general Rafael Uribe Uribe: el anuncio de su “Diccionario abreviado de Correcciones de lenguaje”, que se vende a dos pesos el ejemplar; y la nota sobre su bufete de abogado como “Especialista en el foro criminal”, Calle de Cundinamarca, una cuadra arriba de San Juan de Dios”. Nada dije de todo eso, porque jamás imaginé que un modesto comentario mío pudiera dar lugar a que se me considerara partícipe de un insulto incalificable contra el egregio general y, peor aún, que se llegara a dudar de mi carácter de colombiano (con un signo de interrogación ?) y de hombre de bien (con otro signo de interrogación ?).
Aunque tengo una gran tentación de probar aquí que sí, en efecto, soy colombiano y hombre de bien, dejaré esa discusión para otra oportunidad, por una razón de lógica elemental: aunque fuera hotentote o paquistano, y aunque fuera criminal y reo de las peores atrocidades, siempre seguiría siendo cierto que eso nada tiene que ver con las cualidades y competencias militares de Rafael Uribe Uribe. Verá usted, son cosas distintas: no importa cuán canalla sea yo, los hechos históricos son lo que son, el triángulo sigue teniendo tres lados y la tierra sigue girando alrededor del sol. De manera que es más sensato discutir el asunto y no la calidad humana de los que discuten.
Está usted tan indignada, señora, que los ojos se le obnubilan y no puede ver que usted misma me da la razón. Cita tres diccionarios en tres idiomas, y los tres dicen lo mismo que yo dije:
“INCOMPETENTE adj. Que carece de la competencia necesaria./ Que no tiene los conocimientos requeridos para decidir o hablar de alguna cosa. INCOMPETENT, ENTE ( lat. incompetens), adj. En jurispr. Qui n'est pas compétent. Juge, tribunal imcompétent. En parlant d'un jugement. Jamais jugement ne fut plus incompétent, Volt. Fig. Dans le language ordinaire, qui n'a pas les connaissances nécessaires. Il est fort incompétent en litterature. IN-COM-PE-TENT adjective Not having or showing the necessary skills to do something successfully: a forgetful and utterly incompetent assistant. LAW Not qualified to act in a particular capacity: the patient is deemed legally incompetent. MEDICINE (esp. of a valve or sphincter) Not able to perform its function.”
El problema que tenemos aquí, y que ha provocado reacciones exageradas –e histéricas– de parte de mis compatriotas, es que en Colombia, en la lengua cotidiana y familiar, suele confundirse incompetente con incapaz. Y desde esa perspectiva, el adjetivo incompetente se convierte en una agresión. Bueno, en Colombia casi todo es una agresión, como se ve por los debates que se publican en los medios. Pero verá usted, son cosas distintas: una persona incompetente en alguna disciplina, es una persona que no tiene los conocimientos suficientes para dominar dicha disciplina; y una persona incapaz de realizar una tarea es una persona que no puede realizar dicha tarea por deficiencias que pueden ser propias de su organismo o de su temperamento (cretinismo, imbecilidad, bobería congénita, indisciplina, pereza, etc.) o de su formación. Usted dice que ha vivido en Europa y yo espero que haya vivido en Europa durante el tiempo suficiente para haber oído esta expresión: “Me declaro incompetente en este asunto”. No es que el sujeto en cuestión se declare cretino, estimada María Eugenia, no. Es que declara no tener los suficientes conocimientos sobre el asunto. También se dice: “Este señor es extraordinariamente capaz y eficiente, pero no tiene competencia formal”. Es decir: “Aunque es capaz de realizar su trabajo muy bien, carece de título habilitante”. Y en el mismísimo diccionario inglés que usted cita, se da el ejemplo de alguien que es “legally incompetent”, es decir, que no tiene competencia legal.
Estas no son invenciones del “país de los descendientes del muy competente Maréchal Ney y su deliciosa Désirée”, como usted dice con tanta gracia. Entre otras cosas, porque ese país no existe. Verá usted, estimada María Eugenia: la deliciosa Desirée Clary jamás tuvo nada que ver con el Mariscal Ney, y el Mariscal Ney jamás tuvo nada que ver con Suecia. No hay que confundir al Mariscal Ney con el Mariscal Bernadotte, así como tampoco hay que confundir “incompetente” con “incapaz”. Cuenta García Márquez que en Centromérica hay una estatua del Mariscal Ney que se supone representa al héroe patriota Francisco Morazán, pero yo le aseguro que en Suecia no hay ninguna estatua de Ney, y todas las de Bernadotte representan a Bernadotte. Cosas de los suecos.
Todo lo anterior se confirma con la carta que el señor Martin ha enviado a Gabriel Ruiz:
“Estimado amigo: Muchas gracias por su mensaje sobre Rafael Uribe Uribe. Quisiera aclarar que soy un gran admirador de la figura y del pensamiento político de RUU: lo único que decía era que sus dotes como líder militar no eran comparables a su altura como líder político y pensador.”
¿Dónde está entonces el terrible insulto, la injuria contra la patria, la incalificalble agresión contra el tío bisabuelo? En ninguna parte. Yo dije que era “un adjetivo a vuelapluma” porque si el señor Martin se hubiera detenido a pensar que esa palabra (“incompetente”) iba a poner a toda una nación a echar espuma por la boca, no habría sido tan ligero con la pluma, o con el teclado. Le pasó lo mismo que a mí, que si hubiera sabido que el general Rafael Uribe Uribe era su tío bisabuelo, estimada María Eugenia, jamás me hubiera arriesgado a decir que el asunto no era para tanto escándalo. Le pido mil disculpas por ello y le propongo que le declaremos la guerra, desde ahora y para siempre, al general Álvaro Valencia Tovar.
Porque, verá usted, estimada María Eugenia, el general Álvaro Valencia Tovar dice y repite una y otra vez que su tío bisabuelo era incompetente, aunque heroico, en asuntos militares. Usted dice que el artículo de Valencia Tovar “es una delicia, es muy refrescante encontrar un escrito divinamente bien escrito -vale la redundancia-, impecable”. Yo he dicho que es una buena pieza literaria. Parece que en eso estamos de acuerdo. Pero vea usted lo que dice Valencia Tovar:
“En medio de la penumbra saltan, si, chispas luminosas que no alcanzan a salvar de agobiante mediocridad el mando militar, plagado de errores garrafales y desaciertos profundos. […] Una de esas chispas se llamó Rafael Uribe Uribe. No alcanza a ser luminaria.”
¿Cómo así? ¿No es una luminaria? ¿Cómo se atreve a injuriar así a RUU? Eso sí, está divinamente escrito. Y sigue:
“Cuenta Julián Uribe Uribe en sus Memorias que su hermano estuvo a punto de lanzar al Secretario de Gobierno por la ventana de la Gobernación, porque no le daba armas para dotar el Batallón Legión de Honor que le había sido asignado. El joven Subteniente gobiernista de Los Chancos, saltaba ahora a Teniente Coronel de la Revolución, sin otro mérito que el de su gloriosa herida cuando la batalla no alcanzaba aún su pleamar.”
O sea, sin competencia militar suficiente: INCOMPETENTE adj. Que carece de la competencia necesaria./ Que no tiene los conocimientos requeridos.
Y sigue Valencia Tovar:
“Rafael Uribe demostró en la breve campaña sus cualidades de caudillo carismático. Poco entendía de la guerra clásica, para la cual no había sido preparado.”
O sea, sin competencia militar: “INCOMPETENT: Dans le language ordinaire, qui n'a pas les connaissances nécessaires.”
Y sigue Valencia Tovar:
“Esta [campaña] de 1895 fue la más breve y estéril de las que envolvieron al guerrero convertido en General.”
“Cuatro fueron las intervenciones mayores que Rafael Uribe Uribe tuvo en el largo conflicto que desangró la nación por tres años interminables. Para un mejor enfoque de sus actuaciones pueden precisarse así: Batalla de Bucaramanga, Asalto en Peralonso, Batalla de Palonegro y Operaciones Volantes.
La primera ocurre en tomo a la ciudad que habría de presenciar las más violentas acciones de la guerra. En ella se evidencian las condiciones fundamentales de Uribe Uribe en su comportamiento guerrero: arrojo sin límites, inspiración y carencia de conocimientos militares para utilizar las dos primeras con acierto y eficacia.”
¡Pero esto es el colmo! ¡Ya lo ha dicho tres veces, y divinamente escrito! ¡RUU no tenía competencia militar! “INCOMPETENTE adj. […] Que no tiene los conocimientos requeridos.”
Y sigue Valencia Tovar:
“Avanzando desde el Sur, Uribe quiso batir la guarnición gobiernista de Piedecuesta para impedir su fusión con la de Bucaramanga. Con acierto preparó un plan envolvente pero la indisciplina de los comandantes encargados de ejecutarlo permitieron al adversario evacuar la población sin combate. Esto contrariaba la idea preconcebida del General que, sin plan alguno prosiguió hacia Bucaramanga. No era su intención comprometerse en batalla de inmediato, ignorante como se hallaba de las características del terreno y del dispositivo de su adversario.
¿Por qué, entonces, se libró la acción el 11 de noviembre de 1899? Precisamente porque aquella hueste amorfa no tenía condición militar alguna ni respondía a organización definida. Luchaba por una bandera. Apasionadamente, admirable en su denuedo y heroísmo. Así marchó al sacrificio y a la muerte, dejando huella perdurable de su valor sobre la arena de su derrota.”
Divinamente escrito, sin duda. Y sigue Valencia Tovar:
“La situación escapaba de manos del General. No había otro recurso que sacar partido de una situación precipitada contra el querer del comandante y así se hizo, sin disposición táctica para maniobrar en torno a las defensas sólidamente preparadas.”
“Uribe Uribe, después del desastre ante Bucaramanga, dio pruebas de fortaleza de ánimo y energía que hablan muy bien de sus dotes de comandante. Improvisado sí, como la mayor parte de aquellos generales de espada, pólvora y casaca, pero resuelto y embarnecido por una voluntad de acero.”
Divinamente escrito. Todo el arte está en eludir el maldito adjetivo sobre la competencia.
“Herrera había hecho una carrera militar consistente, ascendiendo con relativa regularidad. Uribe era producto de la inspiración y de la fuerza de un espíritu hecho para lanzarse a las alturas. Herrera era metódico. Uribe imaginativo, más líder carismático con visos de caudillo, ante el comandante ortodoxo y rígido que había en Herrera.”
“Dentro de ese cuadro donde alternan los perfiles dantescos de Palonegro con la hora radiante de Peralonso, Rafael Uribe Uribe brilla como conductor de hombres y como guerrero más que como militar depurado, que nunca tuvo oportunidad de ser, ni en defensa del gobierno legítimo en sus primeras campañas ni levantado contra la autoridad en las últimas.”
“Fue un adversario hidalgo, como lo demostró al dejar en libertad a los generales conservadores caídos en sus manos durante la batalla de Palonegro. Un jefe improvisado pero intuitivo y capaz.”
O sea, capaz, pero sin competencia suficiente. ¿Queda claro?
“De haber tenido Uribe oportunidades de perfeccionamiento escolástico en disciplinas militares continuadas hubiese podido llegar a ser un general de calidades eximias. Lo fue, es verdad, pero dentro de patrones guerreros que, tal como se ha visto a través de esta silueta de su figura guerrera, eran de pobre contextura profesional.”
“Las guerras, particularmente esta última de características tan inhumanas en razón de la ineptitud militar de muchos jefes superiores, hicieron de Rafael Uribe Uribe un pacifista convencido.”
Debería bastar con esto, pero no basta. Usted dice, estimada María Eugenia, que “Efectivamente, Rafael Uribe Uribe fué enemigo de la guerrilla; él solamente reconocía el orden y la ley, el Estado de Derecho y le arrebataron la vida defendiéndolo”. Solamente lo último es verdad: lo asesinaron porque defendía la paz. El Estado de Derecho y la Paz. Pero verá usted, estimada María Eugenia, una cosa es “el orden y la ley” y otra cosa es el Estado de Derecho. Su tío bisabuelo dirigió ejércitos revolucionarios contra “el orden y la ley” de los conservadores, contra la inaudita e inaceptable hegemonía conservadora. Lo hizo para que en Colombia se instaurara un Estado de Derecho que todavía no existe y que solamente existirá cuando el pueblo de Colombia haga su verdadera revolución, con las banderas humanitarias y solidarias de su tío bisabuelo. Así que, por favor, no me venga con el cuento de que Uribe Uribe “sólo reconocía el orden y la ley”. Lea lo que él mismo escribió y verá que sólo reconocía el orden y la ley basados en la justicia social y en el Estado de Derecho. Y no fue enemigo de la guerrilla porque fuera pacifista, no. Fue enemigo de la forma guerrillera en medio de la guerra, precisamente cuando estaba dirigiendo la revolución liberal, porque tenía una concepción de la guerra regular, como dice Valencia Tovar, “dentro de patrones guerreros que, tal como se ha visto a través de esta silueta de su figura guerrera, eran de pobre contextura profesional.”
Vuelvo a mi frase del comienzo: “Nada de eso [las limitaciones militares de RUU], creo, afecta en un ápice la grandeza política y la significación histórica de Uribe Uribe, cuyos escritos sobre el socialismo y sobre muchos otros temas de la cultura y de la política todavía tienen mucho que enseñarnos”.
Reciba mi saludo de colombiano y de hombre de bien, sin signos de interrogación. Evite las agresiones personales, directas o indirectas, porque es tonto andar fabricándose enemigos. Pero si duda sobre mi hombría de bien, pregúntele a mis hijos, que son los únicos que tienen competencia en este mundo para hablar sobre ese tema.
Cordialmente,
Carlos Vidales, desde el país de Olof Palme, Ingmar Bergman y Lars Hjerta.
2009-11-13
Carlos Vidales
http://hem.bredband.net/rivvid/
http://luisvidales.blogspot.com/
http://losimportunos.wordpress.com/
De: Carlos Vidales (carlos@bredband.net)
Enviado: Estocolmo, viernes, 13 de noviembre de 2009 10:25:24 a.m.
Para: Maria Eugenia Dominguez , mariaeugenia.dominguez@gmail.com
Estimada María Eugenia Domínguez:
Lamento muchísimo que su indignación no le haya permitido leer detenidamente esta frase mía: “Nada de eso [las limitaciones militares de RUU], creo, afecta en un ápice la grandeza política y la significación histórica de Uribe Uribe, cuyos escritos sobre el socialismo y sobre muchos otros temas de la cultura y de la política todavía tienen mucho que enseñarnos”. Tal vez debería haber agregado que mis abuelos paternos, Roberto y Rosaura, combatieron con las armas en la mano bajo las órdenes de Rafael Uribe Uribe, y que desde mi primera infancia aprendí de mi padre, Luis Vidales, la ardiente admiración que siempre he sentido hacia este hombre extraordinario –su tío bisabuelo–, forjador de generaciones y mártir de la paz. Podría también haber añadido que tengo en mi apartamento de Estocolmo, como una reliquia, un facsímil del primer número de El Espectador (“Periódico político, literario, noticioso e industrial”, Medellín, martes 22 de marzo de 1887), cuya primera página está ocupada por dos avisos del general Rafael Uribe Uribe: el anuncio de su “Diccionario abreviado de Correcciones de lenguaje”, que se vende a dos pesos el ejemplar; y la nota sobre su bufete de abogado como “Especialista en el foro criminal”, Calle de Cundinamarca, una cuadra arriba de San Juan de Dios”. Nada dije de todo eso, porque jamás imaginé que un modesto comentario mío pudiera dar lugar a que se me considerara partícipe de un insulto incalificable contra el egregio general y, peor aún, que se llegara a dudar de mi carácter de colombiano (con un signo de interrogación ?) y de hombre de bien (con otro signo de interrogación ?).
Aunque tengo una gran tentación de probar aquí que sí, en efecto, soy colombiano y hombre de bien, dejaré esa discusión para otra oportunidad, por una razón de lógica elemental: aunque fuera hotentote o paquistano, y aunque fuera criminal y reo de las peores atrocidades, siempre seguiría siendo cierto que eso nada tiene que ver con las cualidades y competencias militares de Rafael Uribe Uribe. Verá usted, son cosas distintas: no importa cuán canalla sea yo, los hechos históricos son lo que son, el triángulo sigue teniendo tres lados y la tierra sigue girando alrededor del sol. De manera que es más sensato discutir el asunto y no la calidad humana de los que discuten.
Está usted tan indignada, señora, que los ojos se le obnubilan y no puede ver que usted misma me da la razón. Cita tres diccionarios en tres idiomas, y los tres dicen lo mismo que yo dije:
“INCOMPETENTE adj. Que carece de la competencia necesaria./ Que no tiene los conocimientos requeridos para decidir o hablar de alguna cosa. INCOMPETENT, ENTE ( lat. incompetens), adj. En jurispr. Qui n'est pas compétent. Juge, tribunal imcompétent. En parlant d'un jugement. Jamais jugement ne fut plus incompétent, Volt. Fig. Dans le language ordinaire, qui n'a pas les connaissances nécessaires. Il est fort incompétent en litterature. IN-COM-PE-TENT adjective Not having or showing the necessary skills to do something successfully: a forgetful and utterly incompetent assistant. LAW Not qualified to act in a particular capacity: the patient is deemed legally incompetent. MEDICINE (esp. of a valve or sphincter) Not able to perform its function.”
El problema que tenemos aquí, y que ha provocado reacciones exageradas –e histéricas– de parte de mis compatriotas, es que en Colombia, en la lengua cotidiana y familiar, suele confundirse incompetente con incapaz. Y desde esa perspectiva, el adjetivo incompetente se convierte en una agresión. Bueno, en Colombia casi todo es una agresión, como se ve por los debates que se publican en los medios. Pero verá usted, son cosas distintas: una persona incompetente en alguna disciplina, es una persona que no tiene los conocimientos suficientes para dominar dicha disciplina; y una persona incapaz de realizar una tarea es una persona que no puede realizar dicha tarea por deficiencias que pueden ser propias de su organismo o de su temperamento (cretinismo, imbecilidad, bobería congénita, indisciplina, pereza, etc.) o de su formación. Usted dice que ha vivido en Europa y yo espero que haya vivido en Europa durante el tiempo suficiente para haber oído esta expresión: “Me declaro incompetente en este asunto”. No es que el sujeto en cuestión se declare cretino, estimada María Eugenia, no. Es que declara no tener los suficientes conocimientos sobre el asunto. También se dice: “Este señor es extraordinariamente capaz y eficiente, pero no tiene competencia formal”. Es decir: “Aunque es capaz de realizar su trabajo muy bien, carece de título habilitante”. Y en el mismísimo diccionario inglés que usted cita, se da el ejemplo de alguien que es “legally incompetent”, es decir, que no tiene competencia legal.
Estas no son invenciones del “país de los descendientes del muy competente Maréchal Ney y su deliciosa Désirée”, como usted dice con tanta gracia. Entre otras cosas, porque ese país no existe. Verá usted, estimada María Eugenia: la deliciosa Desirée Clary jamás tuvo nada que ver con el Mariscal Ney, y el Mariscal Ney jamás tuvo nada que ver con Suecia. No hay que confundir al Mariscal Ney con el Mariscal Bernadotte, así como tampoco hay que confundir “incompetente” con “incapaz”. Cuenta García Márquez que en Centromérica hay una estatua del Mariscal Ney que se supone representa al héroe patriota Francisco Morazán, pero yo le aseguro que en Suecia no hay ninguna estatua de Ney, y todas las de Bernadotte representan a Bernadotte. Cosas de los suecos.
Todo lo anterior se confirma con la carta que el señor Martin ha enviado a Gabriel Ruiz:
“Estimado amigo: Muchas gracias por su mensaje sobre Rafael Uribe Uribe. Quisiera aclarar que soy un gran admirador de la figura y del pensamiento político de RUU: lo único que decía era que sus dotes como líder militar no eran comparables a su altura como líder político y pensador.”
¿Dónde está entonces el terrible insulto, la injuria contra la patria, la incalificalble agresión contra el tío bisabuelo? En ninguna parte. Yo dije que era “un adjetivo a vuelapluma” porque si el señor Martin se hubiera detenido a pensar que esa palabra (“incompetente”) iba a poner a toda una nación a echar espuma por la boca, no habría sido tan ligero con la pluma, o con el teclado. Le pasó lo mismo que a mí, que si hubiera sabido que el general Rafael Uribe Uribe era su tío bisabuelo, estimada María Eugenia, jamás me hubiera arriesgado a decir que el asunto no era para tanto escándalo. Le pido mil disculpas por ello y le propongo que le declaremos la guerra, desde ahora y para siempre, al general Álvaro Valencia Tovar.
Porque, verá usted, estimada María Eugenia, el general Álvaro Valencia Tovar dice y repite una y otra vez que su tío bisabuelo era incompetente, aunque heroico, en asuntos militares. Usted dice que el artículo de Valencia Tovar “es una delicia, es muy refrescante encontrar un escrito divinamente bien escrito -vale la redundancia-, impecable”. Yo he dicho que es una buena pieza literaria. Parece que en eso estamos de acuerdo. Pero vea usted lo que dice Valencia Tovar:
“En medio de la penumbra saltan, si, chispas luminosas que no alcanzan a salvar de agobiante mediocridad el mando militar, plagado de errores garrafales y desaciertos profundos. […] Una de esas chispas se llamó Rafael Uribe Uribe. No alcanza a ser luminaria.”
¿Cómo así? ¿No es una luminaria? ¿Cómo se atreve a injuriar así a RUU? Eso sí, está divinamente escrito. Y sigue:
“Cuenta Julián Uribe Uribe en sus Memorias que su hermano estuvo a punto de lanzar al Secretario de Gobierno por la ventana de la Gobernación, porque no le daba armas para dotar el Batallón Legión de Honor que le había sido asignado. El joven Subteniente gobiernista de Los Chancos, saltaba ahora a Teniente Coronel de la Revolución, sin otro mérito que el de su gloriosa herida cuando la batalla no alcanzaba aún su pleamar.”
O sea, sin competencia militar suficiente: INCOMPETENTE adj. Que carece de la competencia necesaria./ Que no tiene los conocimientos requeridos.
Y sigue Valencia Tovar:
“Rafael Uribe demostró en la breve campaña sus cualidades de caudillo carismático. Poco entendía de la guerra clásica, para la cual no había sido preparado.”
O sea, sin competencia militar: “INCOMPETENT: Dans le language ordinaire, qui n'a pas les connaissances nécessaires.”
Y sigue Valencia Tovar:
“Esta [campaña] de 1895 fue la más breve y estéril de las que envolvieron al guerrero convertido en General.”
“Cuatro fueron las intervenciones mayores que Rafael Uribe Uribe tuvo en el largo conflicto que desangró la nación por tres años interminables. Para un mejor enfoque de sus actuaciones pueden precisarse así: Batalla de Bucaramanga, Asalto en Peralonso, Batalla de Palonegro y Operaciones Volantes.
La primera ocurre en tomo a la ciudad que habría de presenciar las más violentas acciones de la guerra. En ella se evidencian las condiciones fundamentales de Uribe Uribe en su comportamiento guerrero: arrojo sin límites, inspiración y carencia de conocimientos militares para utilizar las dos primeras con acierto y eficacia.”
¡Pero esto es el colmo! ¡Ya lo ha dicho tres veces, y divinamente escrito! ¡RUU no tenía competencia militar! “INCOMPETENTE adj. […] Que no tiene los conocimientos requeridos.”
Y sigue Valencia Tovar:
“Avanzando desde el Sur, Uribe quiso batir la guarnición gobiernista de Piedecuesta para impedir su fusión con la de Bucaramanga. Con acierto preparó un plan envolvente pero la indisciplina de los comandantes encargados de ejecutarlo permitieron al adversario evacuar la población sin combate. Esto contrariaba la idea preconcebida del General que, sin plan alguno prosiguió hacia Bucaramanga. No era su intención comprometerse en batalla de inmediato, ignorante como se hallaba de las características del terreno y del dispositivo de su adversario.
¿Por qué, entonces, se libró la acción el 11 de noviembre de 1899? Precisamente porque aquella hueste amorfa no tenía condición militar alguna ni respondía a organización definida. Luchaba por una bandera. Apasionadamente, admirable en su denuedo y heroísmo. Así marchó al sacrificio y a la muerte, dejando huella perdurable de su valor sobre la arena de su derrota.”
Divinamente escrito, sin duda. Y sigue Valencia Tovar:
“La situación escapaba de manos del General. No había otro recurso que sacar partido de una situación precipitada contra el querer del comandante y así se hizo, sin disposición táctica para maniobrar en torno a las defensas sólidamente preparadas.”
“Uribe Uribe, después del desastre ante Bucaramanga, dio pruebas de fortaleza de ánimo y energía que hablan muy bien de sus dotes de comandante. Improvisado sí, como la mayor parte de aquellos generales de espada, pólvora y casaca, pero resuelto y embarnecido por una voluntad de acero.”
Divinamente escrito. Todo el arte está en eludir el maldito adjetivo sobre la competencia.
“Herrera había hecho una carrera militar consistente, ascendiendo con relativa regularidad. Uribe era producto de la inspiración y de la fuerza de un espíritu hecho para lanzarse a las alturas. Herrera era metódico. Uribe imaginativo, más líder carismático con visos de caudillo, ante el comandante ortodoxo y rígido que había en Herrera.”
“Dentro de ese cuadro donde alternan los perfiles dantescos de Palonegro con la hora radiante de Peralonso, Rafael Uribe Uribe brilla como conductor de hombres y como guerrero más que como militar depurado, que nunca tuvo oportunidad de ser, ni en defensa del gobierno legítimo en sus primeras campañas ni levantado contra la autoridad en las últimas.”
“Fue un adversario hidalgo, como lo demostró al dejar en libertad a los generales conservadores caídos en sus manos durante la batalla de Palonegro. Un jefe improvisado pero intuitivo y capaz.”
O sea, capaz, pero sin competencia suficiente. ¿Queda claro?
“De haber tenido Uribe oportunidades de perfeccionamiento escolástico en disciplinas militares continuadas hubiese podido llegar a ser un general de calidades eximias. Lo fue, es verdad, pero dentro de patrones guerreros que, tal como se ha visto a través de esta silueta de su figura guerrera, eran de pobre contextura profesional.”
“Las guerras, particularmente esta última de características tan inhumanas en razón de la ineptitud militar de muchos jefes superiores, hicieron de Rafael Uribe Uribe un pacifista convencido.”
Debería bastar con esto, pero no basta. Usted dice, estimada María Eugenia, que “Efectivamente, Rafael Uribe Uribe fué enemigo de la guerrilla; él solamente reconocía el orden y la ley, el Estado de Derecho y le arrebataron la vida defendiéndolo”. Solamente lo último es verdad: lo asesinaron porque defendía la paz. El Estado de Derecho y la Paz. Pero verá usted, estimada María Eugenia, una cosa es “el orden y la ley” y otra cosa es el Estado de Derecho. Su tío bisabuelo dirigió ejércitos revolucionarios contra “el orden y la ley” de los conservadores, contra la inaudita e inaceptable hegemonía conservadora. Lo hizo para que en Colombia se instaurara un Estado de Derecho que todavía no existe y que solamente existirá cuando el pueblo de Colombia haga su verdadera revolución, con las banderas humanitarias y solidarias de su tío bisabuelo. Así que, por favor, no me venga con el cuento de que Uribe Uribe “sólo reconocía el orden y la ley”. Lea lo que él mismo escribió y verá que sólo reconocía el orden y la ley basados en la justicia social y en el Estado de Derecho. Y no fue enemigo de la guerrilla porque fuera pacifista, no. Fue enemigo de la forma guerrillera en medio de la guerra, precisamente cuando estaba dirigiendo la revolución liberal, porque tenía una concepción de la guerra regular, como dice Valencia Tovar, “dentro de patrones guerreros que, tal como se ha visto a través de esta silueta de su figura guerrera, eran de pobre contextura profesional.”
Vuelvo a mi frase del comienzo: “Nada de eso [las limitaciones militares de RUU], creo, afecta en un ápice la grandeza política y la significación histórica de Uribe Uribe, cuyos escritos sobre el socialismo y sobre muchos otros temas de la cultura y de la política todavía tienen mucho que enseñarnos”.
Reciba mi saludo de colombiano y de hombre de bien, sin signos de interrogación. Evite las agresiones personales, directas o indirectas, porque es tonto andar fabricándose enemigos. Pero si duda sobre mi hombría de bien, pregúntele a mis hijos, que son los únicos que tienen competencia en este mundo para hablar sobre ese tema.
Cordialmente,
Carlos Vidales, desde el país de Olof Palme, Ingmar Bergman y Lars Hjerta.
2009-11-13
Carlos Vidales
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